lunes, 29 de octubre de 2012

Mea culpa (29 de junio día mundial del sueño feliz... #desmontandoaestivill)


Una de las tantas cosas que he aprendido desde que soy madre es reconocer cuando se debe guardar silencio. Las personas generalmente vamos por la vida sin preocuparnos mucho de los efectos que las palabras tienen en las y los otros, muchas veces hablamos sin pensar bien lo que decimos, o lo que es peor, lo hacemos con plena ignoracia. Escribo esta nota para hacer un mea culpa, pues yo también me equivoqué. 

Dentro de tantas cosas que una habla a diario, quiero centrarme en aquellas palabras que salieron de mi boca en torno a la maternidad antes de ser madre. Parto lamentando enormemente haber tenido el descaro de hablar sin tener un crío en los brazos, porque vaya que cambian los conceptos cuando un hijo te mira a los ojos.

Mi ignoracia sobre lo que significa ser madre me llevó a pensar y decir cosas que ahora considero equívocas y hasta ridículas, pero lo peor es que muchas veces se las dije a mujeres que tenian la dificil tarea de tener a cargo la vida de sus pequeños... ¡mal! Sinceramente espero que esas mujeres hayan pensado "claro, esta habla porque no tiene hijos" y no me hayan hecho el menor de los casos. Sin embargo, es posible que alguna de mis ideas haya podido sembrar la duda en estas madres, insegurizarlas, confundirlas... si fue así, sinceramente, les pido disculpas, pues de verdad no sabía lo que estaba diciendo.

Antes de tener a mi Amaro en los brazos, era de las que pensaba que, por ejemplo, a los tres meses mis hijos se irían a dormir a su pieza, para que se acostumbraran a dormir solos y bien; que dejarlo llorar un rato no estaba mal pues te podían manipular si atendías su llanto inmediatamente o que estar 6 meses con tu hijo era suficiente, pues después era necesario volver a hacer tu vida. Hoy recuerdo esas palabras saliendo de mi boca, con la convicción de estar en lo correcto y no me queda más que reconocer, incluso con un poco de vergüenza, mi enorme ignorancia. 

Y no es que ahora, magicamente por tener un hijo esas ideas se modificaron. Si fuera así de simple entonces ninguna madre las pensaría (cosa que lamentablemente no ocurre). Esas ideas salieron de mi cabeza gracias a que durante mi embarazo, alcancé un nivel de consciencia tan grande sobre lo que en mi cuerpo estaba ocurriendo y eso me aterró tanto que me vi en la necesidad de aprender más, de meterme en este nuevo mundo y conocerlo, hacerme amiga de él desde antes que llegara el día.

Fue así como empecé a navegar en un mar de ideas y costumbres. Escuchaba a mamás hablando de cómo criaban, a través de internet fui descubriendo métodos y teorías, mucha información flotaba en mi cabeza mientras mi gordo crecía y crecía en mi panza.

Pero de a poco, ese caos se fue disolviendo, junto como crecía el amor que sentía por mi hijo. Recuerdo que no tenía más de dos meses de embarazo cuando leí "Duérmete niño" de Eduard Estivill y me pareció práctico, aunque un poco extremo cuando decía que si un niño vomitaba había que dejarlo pues se lo estaba induciendo. Sin embargo, a medida que Amaro y mi amor por él crecián, me iba pareciendo cada vez más y más cruel ese método.

Junto a esto nuevas ideas llegaban a mi, ideas que se acercaban mucho más al amor que aumentaba rápidamente por mi pequeño. La crianza con apego era el concepto que más sonaba en mi cabeza, pero era dificil aceptarla plenamente, ya que sentía que estaba haciendo algo que socialmente sería desaprobado. Lactancia prolongada, colecho, eran conceptos que me costaba asimilar.

La batalla entre mi amor por Amaro y lo "políticamente correcto" siguió hasta que nació mi pequeño, hace cuatro meses atrás. Una noche, en la clinica, vinieron a buscar a mi hijo para llevarselo a la Neo... él se puso a llorar... pero la enfermera se lo llevó igual... inmediatamente me puse a llorar yo... y fue ahí cuando entendí que lo que haciamos no tenía sentido. Si ambos deseábamos estar juntos, eso era lo que debíamos hacer ¡y punto! La respuesta era mucho más simple y no necesitaba encontrarla en ningún libro: seguir mi instinto.

Desde ese día que decidí consientemente no dejar llorar jamás a mi pequeño y tenerlo tan pegado a mi como fuera posible. Agradezco que la vida se haya encargado además de entregarme más herramientas para sustentar mi instintiva decisión (sé que no debería ser necesario, pero es bueno cuando se está acostumbrado a ser tan racional). Libros como "Bésame mucho" de Carlos Gonzalez, otros cuantos de Laura Gutman, más cientos de mamás que leo en diferentes foros y blogs me ayudan a mantenerme firme en esta forma de amar/criar y no quebrarme frente a las potentes presiones externas que a veces intentan separarme de mi hijo.

La pelea contra el entorno es fuerte y siento que no terminará pronto. Sin embargo ver cómo mi hijo crece feliz y saludable me da fuerza para seguir contra viento y marea. Es por esto que pido disculpas por mi comportamiento anterior, ya que ahora, que si tengo a un hijo que duerme pegadito a mi pecho en su portabebés sé lo dificil que es ser una mamá que cria con apego y nadie, absolutamente nadie debería hacer su tarea aún más pesada, sembrando dudas o mirando feo.

Hoy mi Amaro está tan pegado a mi como él quiera, día y noche tiene el amor, el cuerpo y la leche de mamá a su disposición... y siento que es un bebé feliz por como ríe y crece, y yo me siento la mamá más feliz del mundo.

29 de junio Día mundial del sueño feliz... #desmontandoaestivill   NO AL DUERMETE NIÑO!!

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