Amaro aprendió a desplazarse solo. Cuando está en nuestra cama rueda de un lado al otro para buscar un juguete o algo que le llame la atención. Me emociona verlo, pues siento que es un momento importante en nuestras vidas, un nuevo paso hacia su desarrollo como ser humano independiente de mamá.
Cuando nuestr@s hij@s nacen, si bien salen de nuestro cuerpo, siguen tan unid@s a nosotras como durante el embarazo. L@s seguimos alimentando, cobijando, entregando amor y prácticamente l@s soltamos sólo para ir al baño o cuando alguien nos pide tomarl@ un rato (¡pero un ratito no más!). Pero si pudiéramos preguntarles dónde quieren estar les aseguro que la respuesta sería "¡en los brazos de mamá!".
Sin embargo, el tiempo no pasa en vano y nuestros retoños van creciendo. Un día te reclaman porque no quieren estar más acostados, luego comienzan a querer estar sentad@s, de pronto l@ estás mudando y oh! se puso de guatita. Grandes logros en tan sólo 4 ó 5 meses, con los que una chochea y le cuenta a todo el mundo las gracias que están haciendo.
Pero esto fue distinto. Estábamos jugando en la cama después de una rica siesta mañanera cuando mi gordo vio en el otro extremo de la cama su juguete, entonces estiró el brazo para alcanzarlo, pero no pudo así que decidió rodar hasta él. Por primera vez en su vida mi hijo se alejó voluntariamente de mi lado, por sus propios medios, para alcanzar lo que deseaba. Al escribirlo me vuelvo a emocionar pues ese acto tan simple es todo un avance en su crecimiento como ser humano y también en mi camino de madre.
Cuando tomó su juguete se quedó ahí con él, "lejos" de mi, sonriéndome a la "distancia". Él estaba feliz, y yo emocionada de ver como mi pollito quiso "independencia". Ahora vendrá el proceso de mejorar la técnica. Probablemente comenzará el gateo, para pasar de a poquito a caminar, luego correrá y así continuará su vida dando pasos cada vez más firmes y lejos de mamá. Claro está que la separación me duele, no puedo negarlo, pero entiendo que forma parte de mi crecimiento como madre.
Mi hijo comienza a entender que su vida no transcurrirá pegadito a mi, y si bien siento que a ratos le gusta, todavía la mayor parte del tiempo prefiere jugar o mirar el mundo desde mis brazos. Pero sé que eso se irá transformando y que cada día comenzará a pasar más tiempo alejado, creando su metro cuadrado.
Tengo súper claro que mi rol en ese proceso es el de apoyarlo y motivarlo a tomar las riendas de su destino, entregándole la mayor cantidad de herramientas posibles, y créanme que es lo que trato de hacer diariamente... pero debo confesar que a veces quisiera tener un control remoto con el que pudiera detener el tiempo y retrocederlo hasta el embarazo, vivir una vez más todo el proceso hasta hoy, volver a detener, volver a retroceder y así sucesivamente. Y es que estos meses han sido maravillosos y siento nostalgia de que acabe. Sé que lo que viene será igual o más bello, pero hoy, en este instante, no quiero que mi gordito siga creciendo tan rápido. Quiero poder abrazarlo y besuquearlo sin que reclame, quiero sentirlo pegadito a mi mientras amamanta o paseamos en su mei tais, quiero que durmamos juntitos por muuuuucho tiempo más.
Sí, en este instante soy totalmente egoísta, pero estoy segura que toda mamá ha experimentado estas sensaciones y la verdad es que creo que no debemos sentirnos culpables por querer a nuestros pollos bajo nuestras plumas por siempre, ¡pero si parimos a esos críos, por Dios! La diferencia está en que desde el inmenso amor que les tenemos entendemos que eso no debe ser posible -porque si puede llegar a ocurrir-, pues tenemos que ser respetuosas de los procesos de crecimiento de nuestr@s hij@s, y no nos queda otra que respirar profundo, apretar la guata y soltarles la mano para que caminen sol@s cuando sientan que están preparados, no transmitirles miedos e inseguridades, sino que entregarles herramientas y alentarlos a usarlas.
Como dicen por ahí, "l@s hij@s son prestad@s", no son de nuestra propiedad, el universo nos l@s entrega para que les enseñemos a caminar y volar, y nuestra mayor alegría debe ser verlos volar alto y lejos... aunque también nos haría felices que de vez en cuando volaran de vuelta al nido por un ratito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario