Hace algunas semanas vi una galería de fotos en la que se muestra a la diputada italiana PPE Licia Ronzulli trabajando junto su hija Vittoria. Inmediatamente me puse la camiseta con la idea y me pregunté ¿por qué todas no podemos hacerlo con nuestr@s hij@s? La respuesta evidente sería "¡porque no se puede!"... ya, pero ¿por qué no se puede? la respuesta real es porque el mundo laboral está diseñado por y para los hombres, y como ellos no están hechos biológicamente para no separarse de sus hijos, entonces asumen que nosotras tampoco.
Craso error, pues tal como señala el pediatra español Carlos González en su libro "Bésame Mucho", las mujeres tenemos una inclinación genética, espontánea, a permanecer junto a nuestr@s hij@s. Es gracias a ese gen es que aún existimos, ya que si hace miles de años atrás los bebés se hubieran quedado solos, habrían muerto siendo devorados por depredadores, de insolación, frío, etc. Por lo tanto, hasta que no veamos que nuestros retoños son capaces de vivir sin depender de nosotras, naturalmente necesitamos estar junto a ellos.
A esto podemos sumar que de acuerdo al pediatra español, al menos hasta los dos años el o la niña deben alimentarse con leche. Entendiendo que existe lactancia materna, para que ésta se prolongue hasta esa edad, es necesario que haya libre demanda, cosa que evidentemente no ocurre si la madre trabaja, por lo que se hace difícil -pero espero que no imposible- mantener la producción de leche.
Pero ¿qué nos obligan hacer? pues a cortarnos las tetas, romper el nexo mamá/bebé, comprar un tarro con leche de fórmula y dársela con una mamadera, salir de nuestra burbuja maternal y ponernos a trabajar con un nudo en la guata y las lagrimas acumuladas en los ojos y el corazón. Todo esto por qué, porque vivimos en un patriarcado.
Entonces me puse a pensar... ¿cómo sería si diéramos vuelta el escenario? Uf! mi cabeza no dio abasto con tantas imágenes de ese mundo lleno de amor maternal y vida. Partiendo por lo básico, guerras... ¿qué es eso?, armas... ¿quién las necesita cuando hay besos y abrazos? Sí, de verdad creo que un mundo ordenado desde el amor materno sería así, y quién no me crea le invito a recordar uno de sus momentos de mayor tranquilidad y amor y le apuesto que, o se acuerda de su madre o se ve a usted misma junto a su hij@.
Pero para hacerlo más "creíble" para las y los "incrédulos", comencé a imaginar cosas básicas que deberíamos cambiar para poder participar de este mundo como mujeres íntegras, no como los seres castrados en los que actualmente debemos convertirnos.
1. Trabajar con nuestr@s hij@s: cuando nos sintamos preparadas para salir de casa y andar con nuestra cría a cuestas, deberíamos poder ir con ellas al trabajo. Para eso nuestras oficinas tendrían espacios acondicionados para que las y los peques se entretuvieran (al igual que los que existen en nuestro hogar), tendríamos el tiempo para amamantar a libre demanda, mudar, hacer dormir, jugar. Como no estamos solas en el mundo, otras mamás también llevarían a la pega a sus hij@s, por lo que ell@s se relacionarían de manera natural y nosotras podríamos compartir diariamente nuestras experiencias. Obviamente a nadie le molestaría que "rindiéramos" menos laboralmente, la bulla de los juegos (no digo llantos, pues las y los bebés están con sus madres, por lo tanto, no lloran) ni los olores, ya que recordemos que estamos hablando de un mundo ordenado desde la maternidad y donde, por lo tanto, de valoraría el trabajo de criar.
2. Respeto por las lunas: Cuando una mujer esté con su luna tendría el derecho de hacer lo que mejor le parezca. Si no se quiere levantar, ¡pues que no lo haga! será que su cuerpo necesita recuperar energías luego de cambiar de ciclo. Si quiere llorar, ¡que llore a moco tendido! y nadie la miraría feo, todo lo contrario, le traerán helado incluso si le antoja. Cuando le pregunten "¿qué te pasa?" ella dirá "¡estoy en esos días!" con una sonrisa en su cara y quien pregunta responderá "¡ah!, que riiiico ¿se te antoja un chocolatito?". Las niñas celebrarán su menarquia y las menopausicas, como las mujeres sabias que son, acompañarán y orientarán a las más jóvenes en sus procesos sexuales.
3. Cirugías plásticas sólo reconstructivas: Se realizarán sólo tras lesiones por accidentes o para mejorar la calidad de vida, pero los implantes mamarios, liposucciones, botox y esas cosas no existen, pues las mujeres sabrían que su cuerpo vale por ser creador de vida, y por lo mismo lo cuidarían como un templo sagrado, no se mutilaría para hacerlo más atractivo para nadie. Es bello naturalmente.
Estas son algunas de las cosas que se me vienen en este momento a la cabeza, pero sin duda hay muchas más, algunas incluso aún no son conscientes, pues estamos tan aplastadas por este sistema que nos/me cuesta re-conocernos y por lo tanto des-cubrir nuestras verdaderas necesidades.
Siento que por demasiado tiempo nos han/hemos engañado con que la valoración y reconocimiento de la mujer pasan por su participación en el mundo público, por su reconocimiento exterior, por sus logros en el afuera, cuando lo ideal sería -desde mi corazón- que ese mundo exterior fuera capaz de mirar hacia adentro y valorar lo que allí pasa como un complemento indispensable.
No deberíamos tener que salir de la casa mientras criamos, ni deberían obligarnos a separarnos de nuestras crías si decidimos salir, como tampoco deberíamos ser maltratadas si nos quedamos abandonando trabajos y siendo mantenidas por nuestras parejas. La sociedad debería cambiar el enfoque y fomentar que nos quedáramos en nuestro hogar mientras nuestr@s hij@s aún fueran pequeñ@s, entregarnos herramientas para salir con nuestras crías a cuestas cuando sintiéramos que podemos hacerlo. Se debería proteger por sobre todas las cosas la diada madre/hij@ pues es desde ahí que se construye un ser humano.
¡Ah! y no soy feminista, en el fondo no creo que haya que cambiar un patri por un matri, creo en el equilibrio, en los complementos. El problema es que actualmente nosotras no existimos, por eso hay que amar fuerte.
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