lunes, 29 de octubre de 2012

A un año del destello...

Celebrando un año de la existencia de Amaro, lo escribí el 6 de junio...

Dicen que cuando un óvulo es fecundado se produce un destello, una luz brillante que es la primera señal de que una nueva vida viene en camino. Recuerdo que la primera vez que escuché eso fue en una clases de preparación de parto a la que fuimos con René, y la emoción me llenó el corazón, pues mi hijo era eso, una nueva luz para nuestras vidas, una nueva energía que nacería de la suma de la energía del amor de los dos.

De eso hace ya un año, y en este primer aniversario quisiera dedicar unas palabras a ese mágico momento en el que tuve la bendición de generar una vida en mi interior. Uso la palabra mágico, pues estar embarazada es eso ¡pura mágia en nuestro cuerpo! la forma en que todo se desarrolla, se tranforma y crece es, para mi, la evidencia de que somos más que materia y que lo que nos mueve es una energía divina que permite el milagro de la vida.

Recuerdo que hace un año atrás jamás me habría imaginado que hoy sería mamá. Mi cabeza daba vueltas en cosas que ahora siento tan lejanas y banales. No me sentía preparada en lo más mínimo para asumir lo que en ese momento veía solo como "una enorme responsabilidad" sin vislumbrar que lejos de ser eso, la maternidad es un regalo de la vida que lo que más te entrega es amor incondicional.

Para mí, la llegada de Amaro no fue preparada por nosotros, sus padres, sino que fue decidida por él. Me gusta imaginarme que en algún lugar del universo, el cosmos, el espacio, ¡no sé donde! estaba el alma de hijo queriendo venir a este mundo y de pronto nos vio. Él, un hombre de corazón gigante, soñador, creativo, luchador y chistoso. Ella, una soñadora ordenada, buscando su lugar en el mundo. Siento que su alma nos vio y digo "yo le diré a ella cual es su lugar y él nos acompañará, amará y protegerá".

Esa es la forma que tengo de explicar la llegada de Amaro, pues desde que supimos que venía, sin proponernos, nuestras vidas se ordenaron de esa manera. Supe que mi lugar en el mundo era ser su madre y que mi tarea es acompañarlo en este viaje que escogió hacer y René, por su parte, ha sido nuestro protector desde el comienzo, llenandonos de amor y energía.

Todo ha fluido como si estuviera escrito y siento que ese plan lo preparó mi Amaro antes de llegar a este mundo. Por eso le agradezco que me escogiera como madre, que me permitiera replantearme la vida entera, que me regalara momentos de infinita alegría y que pudiera conocer lo que significa de verdad la palabra amor.

Todos esos cambios comenzaron lentamente, tal como él crecía en mi vientre. Y es que como me decía mi queria amiga Alejandra cuando le hablaba de mis miedos y ansiedades, el embarazo dura nueves meses porque una necesita tiempo para adaptarse. Por eso es necesario darse ese espacio y conectarse con el bebé. Recuerdo que a Amaro le hablaba mucho, lo abrazaba, le hacia cariño y jugábamos, y me imagino que por esa razón cuando nació lo amé inmediatamente, pues no era un desconocido.

Desde mi experiencia, puedo decir que dependiendo de la forma en que se viva el embarazo es que se estará mejor o peor preparada para la llegada del esperado bebé. El nacimiento de un hijo es un momento tan potente en nuestras vidas que si no existe un vínculo previo de amor y entrega, la tarea sin duda alguna debe hacerse mucho más dificil.

Por eso, les digo a las futuras mamás y papás disfruten del proceso de crear vida, entreguense a ese pequeño que crece en sus guatitas, pues con esa energía harán que su vida sea una luz que los guie en la nueva y compleja etapa de padres. Y cuando el bebé nazca, sigan sus instintos, pues sólo ahí encontrarán todas las respuestas.

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