Del 21 al 27 de mayo es la semana mundial por un Parto Respetado. Una iniciativa que comenzó en 2003 la organización francesa sin fines de lucro AFAR (Alliance Francophone pour l’Accouchement Respecté) y que lamentablemente nueve años después todavía se mantiene.
Digo lamentablemente, no por no valorar esta conmemoración, sino porque si aún debemos tener semanas mundiales por un parto respetado es porque claramente todavía no se logra generar conciencia de la necesidad de volver a humanizar los nacimientos.
Han pasado tres meses desde que viví mi primer parto, pero lo recuerdo como si fuera ayer. Me imagino que esa sensación durará por años, ya que es un momento tan inmensamente impactante que estoy segura jamás olvidaré. Sin embargo hoy, al analizar cómo se hizo todo, sin duda el "respeto" estuvo un poco ausente.
No habrá día más maravilloso -hasta que tenga otro hijo, supongo- que el día en que nació Amaro, pero cuando lo miro con distancia me doy cuenta que hay muchas cosas que me habría gustado que fueran diferentes.
Todo partió al llegar a la clínica. Contrario a lo que pensaba, ahora siento que la llegada al centro hospitalario entorpeció un proceso que en mi casa fluía naturalmente. Luego de 9 horas de trabajo de parto en la privacidad y tranquilidad de mi hogar, controlando completamente mi cuerpo y dejando que las contracciones hicieran su maravilloso trabajo, nos dijeron "ya! vénganse a la clínica".
Cuando llegamos el choque fue violento. Tuve que esperar a que mi matrona se desocupara de otro parto en una sala de espera común y corriente, donde todo el mundo miraba cómo junto a René respirabamos en cada contracción, privacidad: cero. Luego, las paramédicos estaban histéricas cuando les dijeron que tenía ocho centímetros de dilatación y no hacian más que apurarme para bajarme al pabellón... y yo, la parturienta, estaba ultra relajada!!! Una vez en el pabellón, el doctor a cargo no quería dejarme ingresar porque no llegué con los "papeles de ingreso"... pensé en decirle "eehhh señor, lamento no haberlos podido retirar entre contracción y contracción, pero mi papá ya los trae!", pero la verdad, tenía mis energías centradas en traer un niño al mundo. En el pabellón me separaron de mi compañero, mi pilar, mi amor René, por lo que no tuve fuerzas de rechazar una epidural que ahora sé fue totalmente innecesaria, ya que lo que me dolía no eran las contracciones, sino el tacto que hacia mi matrona para alcanzar los dos centímetros que me faltaban.
Recuerdo que le dije, "¡¿cuando dejarás de hacer eso?!" ¡con un deseo de que nadie más me tocara! y me respondió "es que así es esto, por eso te recomiendo la epidural para que no te duela". En mi inexperiencia acepté, pero ahora sé que ese procedimiento no es necesario, el cuerpo femenino no necesita "ayuda" para aumentar la dilatación, ¡¡de hecho llegué a los 8 sin que nadie me tocara!!, pero lamentablemente no hice ese análisis en el momento y me dejé convencer de sus "beneficios", los que ahora entiendo eran más para el equipo médico que para mi, pues me provocó severas bajas de presión que me impidieron disfrutar plenamente de las primeras horas de vida de mi hijo.
Recuerdo que le dije, "¡¿cuando dejarás de hacer eso?!" ¡con un deseo de que nadie más me tocara! y me respondió "es que así es esto, por eso te recomiendo la epidural para que no te duela". En mi inexperiencia acepté, pero ahora sé que ese procedimiento no es necesario, el cuerpo femenino no necesita "ayuda" para aumentar la dilatación, ¡¡de hecho llegué a los 8 sin que nadie me tocara!!, pero lamentablemente no hice ese análisis en el momento y me dejé convencer de sus "beneficios", los que ahora entiendo eran más para el equipo médico que para mi, pues me provocó severas bajas de presión que me impidieron disfrutar plenamente de las primeras horas de vida de mi hijo.
Para qué hablar de la conciencia de privacidad en el pabellón, de no ser gracias a mi doctor las puertas del lugar habrían estado siempre abiertas y todo el mundo podría haber visto en primer plano el camino de Amaro a este mundo... gracias doc por la consideración!!
Y para qué hablar del puerperio... asesoría de lactancia?? asesoría de cómo mudar a un niño?? lactancia exclusiva?? qué son esas cosas?!. El problema es que en ese momento no fui consciente de las constantes faltas de respeto hacia mi parto, hacia mi y hacia mi hijo. Pero lo peor es que creo que quienes me "ayudaban" en este nacimiento tampoco eran -ni son- concientes de las faltas de respeto que cometían... ¿por qué? porque como sociedad hemos olvidado que la llegada de un ser a este mundo es un milagro, un proceso mágico y en el que sólo las mujeres en trabajo de parto tienen las herramientas para llevarlo a cabo. Hemos convertido el embarazo en una enfermedad en la que el parto es el peor síntoma... así ¿cómo podemos sentirnos tranquilas al parir?
Recuerdo que mi sensación en ese momento era "por favor no me toquen, dejen que mi cuerpo y el Amaro hagan lo suyo", pero mi cabeza corrompida por la habladuria científica me dijo "pero carolina, no! deja que ellos te ayuden"... ¡¡el parto no es el momento para escuchar lo que dice la cabeza!! es el momento más animal que podemos vivir, ¡sólo es instinto! y es necesario dejarlo fluir.
Podrán tratarme de cuática, exagerada o muchas cosas más, pero así como luché contra una construcción cultural que practicamente me obligaba a hacerme una cesarea innecesarea (buena rima), si la vida me premia con un segundo hijo lucharé por un parto natural y exigiré que me lo respeten, porque el cuerpo y la guagua son míos, y sé que en nosotr@s está todo lo que necesitaremos. Invito a todas las mujeres a empoderarse de sus cuerpos y bebés, y exigir el respeto que un milagro se merece.
PD: al leer la nota encontré que le faltó lo lindo, pero si lo agrego quedaría muy larga... así que escribiré otra donde sólo resaltaré el milagro de la vida.
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