martes, 26 de marzo de 2013

Ciclos: las mujeres de las que vengo

Amaro está por cumplir un año, y desde que empezó la cuenta regresiva me las he pasado recordando con nostalgia las últimas semanas que estuvo en mi. "El año pasado hicimos esto... hace un año yo estaba... te acuerdas que días antes que naciera el gordo fuimos a..." son oraciones que han salido muchas veces de mi boca acompañadas de una sensación de añoranza en mi corazón. 

Por si fuera poco, esta tarde, mientras escuchábamos jazz al aire libre en el Jardín Botánico, tras un día de asados con familia y amigos, mi hijo comenzó a ponerse de pie solo y un par de veces se soltó del apoyo que le daba mi cuerpo y ¡dio unos pasos por el pasto! ¡Pero si sólo fue ayer que lo tenía en mi panza! ¡No ha pasado ni un año!

Esta noche la palabra "ciclos" me acompaña. Me acerco a completar mi primer ciclo de madre, tras un año cargado de emociones, aprendizaje y amor. Doce meses tan intensos que siento que podría compararlos únicamente con mi primer año de vida, del cual sólo mi sombra puede hablar. Este año he cerrado etapas, pero durante estos días de reflexión he logrado entender que también he abierto nuevos círculos, que a su vez marcan el trazado final de los círculos de las madres de las que vengo, de mi historia familiar.

En este instante entiendo que mis ciclos no nacen ni terminan en mi, pero que sí es importante la forma en que me los vivo, pues ahí está la llave no sólo para abrir una nueva puerta en mi camino, sino que para cerrar aquellas que pretendían limitar mi destino.

Hoy tuvimos un asado con amig@s y sus retoñ@s, que terminó con el jazz que comentaba líneas más arriba. Pero entremedio, con Amaro participamos de una reunión familiar. Un asado en el mismo lugar con las familias de las y los hermanos de mi abuelo materno. Fue un bello encuentro, pues a algunos hace años que no tenía la suerte de abrazar y me hizo feliz que también mi hijo pudiera disfrutar de ese cariño. 

Emocionados por este re-encuentro fueron varios los que lo inmortalizaron con fotografías: preparando el asado, poniendo la mesa, riendo, jugando, todo el choclón almorzando... pero hubo una que hizo patente nuevamente esta sensación de ciclos

"¡Ya!, pónganse para la foto los cuatro" nos dijo un tío a mi abuela, mi madre, mi hijo y yo. Cuatro generaciones inmortalizadas, miles de círculos abiertos, cerrados, a medio camino y algunos sin nacer escondidos tras cuatro sonrisas. Por un instante me salgo de la imagen y me paro tras el visor de la cámara y me veo fuerte, valiente y feliz.

A continuación contaré algunas cosas de las vidas de las mujeres de las que vengo, lo hago con el respeto y amor que se merecen y les pido se lean y entiendan de la misma forma.

De su primer embarazo mi abuela tuvo una hija, y esa hija de su primer embarazo también tuvo una hija, pero esta hija, no tuvo otra hija, sino que tuvo un hijo. Primer círculo cerrado, el más evidente y el que quizás es la señal de un cambio.

Mi abuela tuvo tres embarazos más después del que le dio la vida a mi madre. Y por lo que he escuchado en sus relatos, cada vez fueron peores. Placenta previa en uno que casi le costó la vida y preeclampsia en el último que la tuvo hospitalizada mucho antes de su fecha de parto. 

Mi madre sólo tuvo un embarazo. Terminó en cesárea luego de un día entero de contracciones que si bien la llevaron a tener creo que 5 cm de dilatación, justificaron porque habían esperado mucho y no pasaba nada, yo era muy grande, mi mamá muy baja y delgada.

Mi hasta ahora único embarazo terminó en un parto normal, con ganas de que hubiera sido natural, tras 12 horas de trabajo de parto, de las cuales 9 fueron en mi hogar, maravillosamente acompañadas de mi compañero de vida y padre de mi hijo. Un circulo que se cerrará -espero- si es que el universo me regala la posibilidad de volver a parir, ahora con naturalidad, amor y respeto pleno.

Mi abuela amamanto a tres de sus cuatro hijos. La última tomó relleno, pues según me comentó una vez, le dijeron que "los bebés que toman relleno son menos mañosos", esto tras las "complicaciones" que tuvo para quitarles el pecho a mis otros tíos. Hoy reconoce que la más "mañosa" fue la que no amamantó.

Mi madre me amamantó hasta los tres meses, pues tuvo que volver a su trabajo. Además, le dijeron que su leche no era de buena calidad y que no me estaba alimentando. Jamás repararon en que quizás eso se debía a que yo no mamaba bien y le había herido los pechos.

Mi hijo lleva 11 meses y sumando de lactancia materna exclusiva. Pesa más de 11 kilos y mide más de 70 cm, es muy sano. Podríamos decir -para suerte de Amaro- que aquí hay un ciclo cerrado.

Mi abuela fue dueña de casa, crío a sus cuatro hijos, más una montonera de sobrinos y a una nieta, yo. Mi madre es profesional y me crió en el tiempo que pudo después de su larga jornada de trabajo. A mi hijo le estoy regalando su primer año de vida junto a mamá y espero estar lo más presente posible, a pesar de mi trabajo como periodista...

Ciclos abiertos, cerrados o a medio camino, pero lo que está claro es que siempre avanzando. Para mi la vida sólo tiene sentido si es para avanzar, para ser cada vez mejor ser humano, para tener cada vez más respeto y amor, y un alma feliz. Esa concepción del mundo viene de las mujeres de las que vengo, que tuvieron que "bailar con la fea", pero que pese a eso tuvieron las fuerza para seguir avanzando. Esa fuerza que hoy a mi me permite cerrar círculos, empoderarme y sentirme feliz de que crecí como mujer y que conmigo crecieron y avanzaron ellas también.

Hoy miro esa foto y me veo feliz, empoderada de mil rol de mujer/madre, y a mi lado veo a dos mujeres/madres fuertes y valientes, que con amor me entregaron las herramientas para seguir avanzando y cerrando puertas, pesadísimas algunas como las que me tocó mover este año, pero que me sirvieron para demostrarme lo poderosa que es la energía materna de mi familia.

Estas palabras van en honor a las mujeres de las que vengo, pero también son para Amaro, pues yo no sería lo que soy gracias a mi madre y abuela, así como tampoco lo sería sin el crío que cuelga de mis brazos. Él viene de estas tres mujeres/madres, tiene nuestra energía y nuestra historia impregnada en la sangre que los cuatro compartimos. Como hombre cerró, cerrará y abrirá nuevos ciclos y mi motivación es que los haga siempre con la convicción de que avanza, desde el amor y para el amor, con la energía de estas tres valientes, fuertes y felices mujeres de las que viene.


lunes, 28 de enero de 2013

A mis amigas invisibles

Cuando las mujeres nos embarazamos somos seres llenos de luz. La energía pura que crece en nuestro interior es tan fuerte que sale y nos rodea con un aura brillante. Nos vemos radiantes y nuestro entorno lo percibe. La familia y amig@s nos tratan con cuidado y cariño, los no tan cercanos se animan a hablar y preguntan cómo estás y la gente en la calle nos mira con ternura.

Luego, llega el día del parto y sé que muchas coincidirán cuando digo que a pesar de lo poco respetado o violento que éste pudo ser, es el día más maravilloso de nuestras vidas. Al fin tenemos en nuestros brazos a ese ser que creamos en nuestro cuerpo. Al fin también nacimos como madres.

Sin embargo ese segundo nacimiento es menos comentado. Tod@s, e incluso nosotras, estamos en éxtasis con la nueva criatura. No pensamos ni hablamos de otra cosa que no sea del bebé, y en nuestro caso es como debe ser, pues siento que la mejor manera de enfrentar la maternidad es entregarse por entero, como dice Laura Gutman, es sumergirse en las profundas aguas del puerperio y permitirnos nadar libremente en ellas.

El problema es que aunque queramos, no somos sirenas. Necesitamos salir a la superficie y tomar aire, pero a veces nos sumergimos demasiado y las fuerzas para nadar hacia el exterior se nos acaban, y ¿qué pasa si nuestro entorno sólo tiene conciencia del nacimiento de un bebé, y no el de una madre? ¿qué pasa si sólo quieren disfrutar de las "gracias" del bebé y no prestan atención a esa madre que se ahoga en ese mar lleno de torbellinos de incertidumbre, amor, cansancio?

Lamentablemente, en nuestra sociedad actual al parir las mujeres/madres no sólo entregamos un hij@ a este mundo, sino que también entregamos nuestra visibilidad. El nacimiento de una madre no se ve, e incluso muchas de ellas ni siquiera lo sienten, o no lo entienden. Parece ser que al igual que sus retoñ@s no saben qué pasó, pero evidentemente algo cambió y tomará un tiempo y mucho esfuerzo acostumbrarse a vivir en este nuevo mundo. 

Pero al menos, el o la bebé lloran, se hacen caca, se hacen notar, son tremendamente visibles. Sin embargo, una madre recién nacida calla, se oculta, observa, se hace poco a poco cada vez más invisible. El entorno no es capaz de ver a esta recién parida, sólo ve a la misma mujer de hace 40 semanas atrás, pues ya no tiene esa guata enorme, quizás está con unos kilos de más, pero se ve "normal", por lo tanto se le trata como a cualquiera. Incluso, muchas madres recientes se ven a si mismas de esa forma, pero cuando tratan de actuar como lo hacían hasta antes de entrar en ese estado "embarazoso", se dan cuenta que no pueden, es como ponerse los zapatos de otro, se siente raro, te tropiezas, y no entiendes por qué si todo se ve igual. 

El error que comente esta sociedad es que ve a la madre y al bebé por separado, pero si hiciéramos el ejercicio de verlos como una sola cosa, ¡vaya que cambia el escenario! Esta mujer no es la misma de hace 9 meses, ahora tiene un ser humano pegado a su cuerpo, no oculto en él, sino que visiblemente aferrado a su pecho. Ya no es -y no será por mucho tiempo- una persona, es una diada, en la que el o la bebé no viven sin su madre, y la madre no está bien si no es capaz de entregarse a ese bebé.

En el mundo en que vivimos esta forma de ver la maternidad no existe, es invisible, e incluso las madres recién nacidas no son capaces de verlo. Por eso necesitamos que alguien nos guíe hacia ese mar puerperal, que nos acompañe mientras nos sumergimos para conectarnos desde ahí con nuestr@ bebé, con el "yo mamá" y que nos ayude a salir al exterior para recuperar fuerzas, para procesar lo que encontramos mientras buceamos en nuestras emociones más profundas. 

Pero hoy, ¿quién tiene la capacidad de ver a estas madres invisibles y el tiempo de acompañarlas en este proceso? Parece ser que sólo otras madres invisibles pueden reconocer a esta diada perdida en los mares post parto. Para el resto del mundo no existimos, es como si nuestra mujer/mamá/bebé estuviera creada en un formato que no es compatible con la forma que codifican los ojos de la sociedad. Pero cuando nace una mamá, sus códigos visuales se transforman con la oxitocina que fluye por montones, que sumado a un des-velo y despertar de nuestra conciencia permite que nos re-conozcamos y rescatemos del ahogo seguro.

Para tristeza de muchas madres y sus crías, no todas se atreven a bucear atendiendo esa  necesidad de encontrar respuesta a eso que les pasa, o quizás algunas lo hacen, pero no tienen la suerte de ser vistas por otra diada. Por eso agradezco que mi historia sea diferente. 

Angustiada por las miles de sensaciones sin nombre que me recorrían, con mi hijo pegado al pecho, sola en las cuatro paredes de mi departamento desde el que veía la lluvia caer, decidí sumergirme y seguir unas pequeñas lucecitas que estaban en el fondo de mi mar puerperal. A medida que me acercaba la luz crecía y mi alma se calmaba sabiendo que encontraría un refugio. De pronto, un grupo mujeres/madres/bebés me agarró y abrazó fuerte. Con sus manos acariciaron mi pelo y el de mi hijo, me ofrecieron un sitio para descansar y se sentaron a mi lado con sus crías en los brazos, pero mirándome atentamente, alentándome a hablar. Saqué de mi corazón todas esas sensaciones sin nombre y poco a poco, estas diadas fueron hablando e identificándolo todo. Mi alma al fin encontró un respiro.

En este mundo invisible son las emociones las que mandan, las energías que se transmiten las que alimentan su existencia. Somos todas invisibles, muchas ni siquiera nos hemos tocado, no nos conocemos de la manera que se acostumbra en el mundo material del que venimos. Pero eso no importa, nuestros corazones caminan juntos, se acompañan, se contienen, se abrazan para fortalecerse y celebrar. No es necesario -aunque cuando ocurre es mágico- en contacto físico, pues lo que nos une es lo más grande que existe: es nuestro amor hacia nuestr@s hij@s.

Para ustedes, mis queridas amigas invisibles, estas palabras de agradecimiento por cara palabra, por cada caricia, por cada abrazo que le han dado a mi hijo y a mi corazón. ¡Grandes bellas y empoderadas mujeres/madres/bebés! ¡Grande Mamitas Pro!

miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿Y si esto fuera un matriarcado?

Hace algunas semanas vi una galería de fotos en la que se muestra a la diputada italiana PPE Licia Ronzulli trabajando junto su hija Vittoria. Inmediatamente me puse la camiseta con la idea y me pregunté ¿por qué todas no podemos hacerlo con nuestr@s hij@s? La respuesta evidente sería "¡porque no se puede!"... ya, pero ¿por qué no se puede? la respuesta real es porque el mundo laboral está diseñado por y para los hombres, y como ellos no están hechos biológicamente para no separarse de sus hijos, entonces asumen que nosotras tampoco.

Craso error, pues tal como señala el pediatra español Carlos González en su libro "Bésame Mucho", las mujeres tenemos una inclinación genética, espontánea, a permanecer junto a nuestr@s hij@s. Es gracias a ese gen es que aún existimos, ya que si hace miles de años atrás los bebés se hubieran quedado solos, habrían muerto siendo devorados por depredadores, de insolación, frío, etc. Por lo tanto, hasta que no veamos que nuestros retoños son capaces de vivir sin depender de nosotras, naturalmente necesitamos estar junto a ellos. 

A esto podemos sumar que de acuerdo al pediatra español, al menos hasta los dos años el o la niña deben alimentarse con leche. Entendiendo que existe lactancia materna, para que ésta se prolongue hasta esa edad, es necesario que haya libre demanda, cosa que evidentemente no ocurre si la madre trabaja, por lo que se hace difícil -pero espero que no imposible- mantener la producción de leche.

Pero ¿qué nos obligan hacer? pues a cortarnos las tetas, romper el nexo mamá/bebé, comprar un tarro con leche de fórmula y dársela con una mamadera, salir de nuestra burbuja maternal y ponernos a trabajar con un nudo en la guata y las lagrimas acumuladas en los ojos y el corazón. Todo esto por qué, porque vivimos en un patriarcado.

Entonces me puse a pensar... ¿cómo sería si diéramos vuelta el escenario? Uf! mi cabeza no dio abasto con tantas imágenes de ese mundo lleno de amor maternal y vida. Partiendo por lo básico, guerras... ¿qué es eso?, armas... ¿quién las necesita cuando hay besos y abrazos? Sí, de verdad creo que un mundo ordenado desde el amor materno sería así, y quién no me crea le invito a recordar uno de sus momentos de mayor tranquilidad y amor y le apuesto que, o se acuerda de su madre o se ve a usted misma junto a su hij@.

Pero para hacerlo más "creíble" para las y los "incrédulos", comencé a imaginar cosas básicas que deberíamos cambiar para poder participar de este mundo como mujeres íntegras, no como los seres castrados en los que actualmente debemos convertirnos.

1. Trabajar con nuestr@s hij@s: cuando nos sintamos preparadas para salir de casa y andar con nuestra cría a cuestas, deberíamos poder ir con ellas al trabajo. Para eso nuestras oficinas tendrían espacios acondicionados para que las y los peques se entretuvieran (al igual que los que existen en nuestro hogar), tendríamos  el tiempo para amamantar a libre demanda, mudar, hacer dormir, jugar. Como no estamos solas en el mundo, otras mamás también llevarían a la pega a sus hij@s, por lo que ell@s se relacionarían de manera natural y nosotras podríamos compartir diariamente nuestras experiencias. Obviamente a nadie le molestaría que "rindiéramos" menos laboralmente, la bulla de los juegos (no digo llantos, pues las y los bebés están con sus madres, por lo tanto, no lloran) ni los olores, ya que recordemos que estamos hablando de un mundo ordenado desde la maternidad y donde, por lo tanto, de valoraría el trabajo de criar.

2. Respeto por las lunas: Cuando una mujer esté con su luna tendría el derecho de hacer lo que mejor le parezca. Si no se quiere levantar, ¡pues que no lo haga! será que su cuerpo necesita recuperar energías luego de cambiar de ciclo. Si quiere llorar, ¡que llore a moco tendido! y nadie la miraría feo, todo lo contrario, le traerán helado incluso si le antoja. Cuando le pregunten "¿qué te pasa?" ella dirá "¡estoy en esos días!" con una sonrisa en su cara y quien pregunta responderá "¡ah!, que riiiico ¿se te antoja un chocolatito?". Las niñas celebrarán su menarquia y las menopausicas, como las mujeres sabias que son, acompañarán y orientarán a las más jóvenes en sus procesos sexuales.

3. Cirugías plásticas sólo reconstructivas: Se realizarán sólo tras lesiones por accidentes o para mejorar la calidad de vida, pero los implantes mamarios, liposucciones, botox y esas cosas no existen, pues las mujeres sabrían que su cuerpo vale por ser creador de vida, y por lo mismo lo cuidarían como un templo sagrado, no se mutilaría para hacerlo más atractivo para nadie. Es bello naturalmente.

Estas son algunas de las cosas que se me vienen en este momento a la cabeza, pero sin duda hay muchas más, algunas incluso aún no son conscientes, pues estamos tan aplastadas por este sistema que nos/me cuesta re-conocernos y por lo tanto des-cubrir nuestras verdaderas necesidades.

Siento que por demasiado tiempo nos han/hemos engañado con que la valoración y reconocimiento de la mujer pasan por su participación en el mundo público, por su reconocimiento exterior, por sus logros en el afuera, cuando lo ideal sería -desde mi corazón- que ese mundo exterior fuera capaz de mirar hacia adentro y valorar lo que allí pasa como un complemento indispensable.

No deberíamos tener que salir de la casa mientras criamos, ni deberían obligarnos a separarnos de nuestras crías si decidimos salir, como tampoco deberíamos ser maltratadas si nos quedamos abandonando trabajos y siendo mantenidas por nuestras parejas. La sociedad debería cambiar el enfoque y fomentar que nos quedáramos en nuestro hogar mientras nuestr@s hij@s aún fueran pequeñ@s, entregarnos herramientas para salir con nuestras crías a cuestas cuando sintiéramos que podemos hacerlo. Se debería proteger por sobre todas las cosas la diada madre/hij@ pues es desde ahí que se construye un ser humano.

¡Ah! y no soy feminista, en el fondo no creo que haya que cambiar un patri por un matri, creo en el equilibrio, en los complementos. El problema es que actualmente nosotras no existimos, por eso hay que amar fuerte.

viernes, 9 de noviembre de 2012

¡¡Quiero mi guatota!!

Desde hace unos días siento nostalgia de mi embarazo. Cada vez que veo a una futura mamá me dan unas ganas enormes de volver a vivir ese hermoso proceso en el que cree vida en mi cuerpo. ¿Han dimensionado lo maravilloso que es estar embarazada?

De la unión de dos cositas ínfimas, 40 semanas después nuestro cuerpo da a luz a un ser humano que nosotras hicimos desde cero. Por un momento, tuvimos dos almas y la energía que nos rodeaba era sublime. Nuestros sentidos se abrieron y nuevas sensaciones nos recorrieron física y espiritualmente... ¡ahhhh como extraño aquellos días!.

Recuerdo que cuando estaba en mi primer trimestre por las noches me acostaba abrazando mi guata, esperando sentir el movimiento de mi pollito. La primera vez fue en el trabajo, pero me quedé con la duda si había sido una tripa o mi hijo. Unos días después confirmé que había sido él, fue emocionante, al fin sentía una vida en mi. Desde ese día y hasta hoy no puedo dejar de acariciarlo.

Lejos uno de los mejores momentos eran las clases de yoga prenatal en Obsnatura, nos conectábamos a través de asanas y mantras, aprendimos a conocernos y nos pusimos de acuerdo para trabajar juntos cuando llegara el día de su nacimiento. Hasta ahora cuando escuchamos Snatam Kaur, Amaro cambia su actitud, es como si esa música le recordara el bello proceso que compartimos siendo uno.

Otros instantes mágicos eran cuando René acariciaba mi guata y hablaba con nuestro hijo. Le contaba cosas del día, lo que harían cuando saliera del cuerpo de mamá, a que iban a jugar... ellos también construyeron una relación mucho antes que Amaro naciera. Sólo así me explico que cuando llegó ese día, mi pollito tras ser separado de mí para los inoportunos exámenes apenas lloró, pues su papá estuvo a su lado diciéndole a cada instante "tranquilo chancho, aquí estoy contigo".

Me arrepiento de la ansiedad que tuve las últimas semanas de embarazo. Me sentía tan presionada por todo aquel que me preguntaba "y? cuándo? tienes contracciones?" que empecé a angustiarme, pues los días pasaban y Amaro, después de asustarnos durante diciembre y enero, ahora resultaba que no quería salir del cuerpo de mamá. La falta de confianza en mi poder de mujer me hacia temer una inducción, o peor aún cesárea. Ahora miro hacia atrás y pienso "¡que lesa!", pero bueno, supongo que es lo que a muchas primerizas les puede pasar.

Estar embarazada también tiene otros beneficios más triviales, pero no por eso menos importantes ¿o díganme que no era genial como te trata la gente? Tu familia te cuida y regalonea como nunca antes, te traen desayuno a la cama, te compran cosas ricas y nutritivas, ¡no te dejan pararte ni para dejar una taza en la cocina! En la calle la gente te mira con ternura, te dan el asiento en todos lados, no tienes que hacer ninguna fila -cosa que extrañé hace unos días cuando fui al banco sola después de mucho tiempo- y al menos en mi caso, sentía que el mundo nos tiraba puras buenas vibras.

Lastima que ese proceso lo vivimos tan pocas veces en la vida. Envidio un poco a mi bisabuela que tuvo más de 10 embarazos -aunque no creo que se los haya disfrutado igual-, pues yo con suerte lo viviré una vez más, ya que criar es maravilloso, pero cuesta, y en este sistema que nos absorbe tanto, al menos en mi caso tener más de dos hijos sería complicado (aunque dejo las cosas en manos del universo...)

Espero que la vida me regale la posibilidad de engendrar un nuevo ser una vez más. Ahora me siento mucho más preparada para disfrutar aún más ese proceso, hay tantos miedos y angustias que superé con la llegada de Amaro que ansío poder vivirme un embarazo sin esas sombras, empoderada y con más amor, pues en una segunda vez ya no es sólo tu pareja acompañándote día y noche, es TU familia,  tu primer hij@ también está ahí viviendo ese proceso contigo, re-conociendote como mamá, viendo todo el amor y fortaleza que puedes entregar, ¿qué mejor motivación para dejar fluir nuestra naturaleza de darle ese ejemplo de entrega a tu hij@?

Quiero tener una guatota una vez más, dormir con un cojín de lactancia, hacer pipí como 5 veces en la noche, estar ultra sensible, moverme más lento... quiero volver a sentirme una mujer poderosa creadora de vida y amor.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Un día volará...

Amaro aprendió a desplazarse solo. Cuando está en nuestra cama rueda de un lado al otro para buscar un juguete o algo que le llame la atención. Me emociona verlo,  pues siento que es un momento importante en nuestras vidas, un nuevo paso hacia su desarrollo como ser humano independiente de mamá.

Cuando nuestr@s hij@s nacen, si bien salen de nuestro cuerpo, siguen tan unid@s a nosotras como durante el embarazo. L@s seguimos alimentando, cobijando, entregando amor y prácticamente l@s soltamos sólo para ir al baño o cuando alguien nos pide tomarl@ un rato (¡pero un ratito no más!). Pero si pudiéramos preguntarles dónde quieren estar les aseguro que la respuesta sería "¡en los brazos de mamá!".

Sin embargo, el tiempo no pasa en vano y nuestros retoños van creciendo. Un día te reclaman porque no quieren estar más acostados, luego comienzan a querer estar sentad@s, de pronto l@ estás mudando y oh! se puso de guatita. Grandes logros en tan sólo 4 ó 5 meses, con los que una chochea y le cuenta a todo el mundo las gracias que están haciendo.

Pero esto fue distinto. Estábamos jugando en la cama después de una rica siesta mañanera cuando mi gordo vio en el otro extremo de la cama su juguete, entonces estiró el brazo para alcanzarlo, pero no pudo así que decidió rodar hasta él. Por primera vez en su vida mi hijo se alejó voluntariamente de mi lado, por sus propios medios, para alcanzar lo que deseaba. Al escribirlo me vuelvo a emocionar pues ese acto tan simple es todo un avance en su crecimiento como ser humano y también en mi camino de madre.

Cuando tomó su juguete se quedó ahí con él, "lejos" de mi, sonriéndome a la "distancia". Él estaba feliz, y yo emocionada de ver como mi pollito quiso "independencia". Ahora vendrá el proceso de mejorar la técnica. Probablemente comenzará el gateo, para pasar de a poquito a caminar, luego correrá y así continuará su vida dando pasos cada vez más firmes y lejos de mamá. Claro está que la separación me duele, no puedo negarlo, pero entiendo que forma parte de mi crecimiento como madre.

Mi hijo comienza a entender que su vida no transcurrirá pegadito a mi, y si bien siento que a ratos le gusta, todavía la mayor parte del tiempo prefiere jugar o mirar el mundo desde mis brazos. Pero sé que eso se irá transformando y que cada día comenzará a pasar más tiempo alejado, creando su metro cuadrado.

Tengo súper claro que mi rol en ese proceso es el de apoyarlo y motivarlo a tomar las riendas de su destino, entregándole la mayor cantidad de herramientas posibles, y créanme que es lo que trato de hacer diariamente... pero debo confesar que a veces quisiera tener un control remoto con el que pudiera detener el tiempo y retrocederlo hasta el embarazo, vivir una vez más todo el proceso hasta hoy, volver a detener, volver a retroceder y así sucesivamente. Y es que estos meses han sido maravillosos y siento nostalgia de que acabe. Sé que lo que viene será igual o más bello, pero hoy, en este instante, no quiero que mi gordito siga creciendo tan rápido. Quiero poder abrazarlo y besuquearlo sin que reclame, quiero sentirlo pegadito a mi mientras amamanta o paseamos en su mei tais, quiero que durmamos juntitos por muuuuucho tiempo más.

Sí, en este instante soy totalmente egoísta, pero estoy segura que toda mamá ha experimentado estas sensaciones y la verdad es que creo que no debemos sentirnos culpables por querer a nuestros pollos bajo nuestras plumas por siempre, ¡pero si parimos a esos críos, por Dios! La diferencia está en que desde el inmenso amor que les tenemos entendemos que eso no debe ser posible -porque si puede llegar a ocurrir-, pues tenemos que ser respetuosas de los procesos de crecimiento de nuestr@s hij@s, y no nos queda otra que respirar profundo, apretar la guata y soltarles la mano para que caminen sol@s cuando sientan que están preparados, no transmitirles miedos e inseguridades, sino que entregarles herramientas y alentarlos a usarlas.

Como dicen por ahí, "l@s hij@s son prestad@s", no son de nuestra propiedad, el universo nos l@s entrega para que les enseñemos a caminar y volar, y nuestra mayor alegría debe ser verlos volar alto y lejos... aunque también nos haría felices que de vez en cuando volaran de vuelta al nido por un ratito.


lunes, 29 de octubre de 2012

Mea culpa (29 de junio día mundial del sueño feliz... #desmontandoaestivill)


Una de las tantas cosas que he aprendido desde que soy madre es reconocer cuando se debe guardar silencio. Las personas generalmente vamos por la vida sin preocuparnos mucho de los efectos que las palabras tienen en las y los otros, muchas veces hablamos sin pensar bien lo que decimos, o lo que es peor, lo hacemos con plena ignoracia. Escribo esta nota para hacer un mea culpa, pues yo también me equivoqué. 

Dentro de tantas cosas que una habla a diario, quiero centrarme en aquellas palabras que salieron de mi boca en torno a la maternidad antes de ser madre. Parto lamentando enormemente haber tenido el descaro de hablar sin tener un crío en los brazos, porque vaya que cambian los conceptos cuando un hijo te mira a los ojos.

Mi ignoracia sobre lo que significa ser madre me llevó a pensar y decir cosas que ahora considero equívocas y hasta ridículas, pero lo peor es que muchas veces se las dije a mujeres que tenian la dificil tarea de tener a cargo la vida de sus pequeños... ¡mal! Sinceramente espero que esas mujeres hayan pensado "claro, esta habla porque no tiene hijos" y no me hayan hecho el menor de los casos. Sin embargo, es posible que alguna de mis ideas haya podido sembrar la duda en estas madres, insegurizarlas, confundirlas... si fue así, sinceramente, les pido disculpas, pues de verdad no sabía lo que estaba diciendo.

Antes de tener a mi Amaro en los brazos, era de las que pensaba que, por ejemplo, a los tres meses mis hijos se irían a dormir a su pieza, para que se acostumbraran a dormir solos y bien; que dejarlo llorar un rato no estaba mal pues te podían manipular si atendías su llanto inmediatamente o que estar 6 meses con tu hijo era suficiente, pues después era necesario volver a hacer tu vida. Hoy recuerdo esas palabras saliendo de mi boca, con la convicción de estar en lo correcto y no me queda más que reconocer, incluso con un poco de vergüenza, mi enorme ignorancia. 

Y no es que ahora, magicamente por tener un hijo esas ideas se modificaron. Si fuera así de simple entonces ninguna madre las pensaría (cosa que lamentablemente no ocurre). Esas ideas salieron de mi cabeza gracias a que durante mi embarazo, alcancé un nivel de consciencia tan grande sobre lo que en mi cuerpo estaba ocurriendo y eso me aterró tanto que me vi en la necesidad de aprender más, de meterme en este nuevo mundo y conocerlo, hacerme amiga de él desde antes que llegara el día.

Fue así como empecé a navegar en un mar de ideas y costumbres. Escuchaba a mamás hablando de cómo criaban, a través de internet fui descubriendo métodos y teorías, mucha información flotaba en mi cabeza mientras mi gordo crecía y crecía en mi panza.

Pero de a poco, ese caos se fue disolviendo, junto como crecía el amor que sentía por mi hijo. Recuerdo que no tenía más de dos meses de embarazo cuando leí "Duérmete niño" de Eduard Estivill y me pareció práctico, aunque un poco extremo cuando decía que si un niño vomitaba había que dejarlo pues se lo estaba induciendo. Sin embargo, a medida que Amaro y mi amor por él crecián, me iba pareciendo cada vez más y más cruel ese método.

Junto a esto nuevas ideas llegaban a mi, ideas que se acercaban mucho más al amor que aumentaba rápidamente por mi pequeño. La crianza con apego era el concepto que más sonaba en mi cabeza, pero era dificil aceptarla plenamente, ya que sentía que estaba haciendo algo que socialmente sería desaprobado. Lactancia prolongada, colecho, eran conceptos que me costaba asimilar.

La batalla entre mi amor por Amaro y lo "políticamente correcto" siguió hasta que nació mi pequeño, hace cuatro meses atrás. Una noche, en la clinica, vinieron a buscar a mi hijo para llevarselo a la Neo... él se puso a llorar... pero la enfermera se lo llevó igual... inmediatamente me puse a llorar yo... y fue ahí cuando entendí que lo que haciamos no tenía sentido. Si ambos deseábamos estar juntos, eso era lo que debíamos hacer ¡y punto! La respuesta era mucho más simple y no necesitaba encontrarla en ningún libro: seguir mi instinto.

Desde ese día que decidí consientemente no dejar llorar jamás a mi pequeño y tenerlo tan pegado a mi como fuera posible. Agradezco que la vida se haya encargado además de entregarme más herramientas para sustentar mi instintiva decisión (sé que no debería ser necesario, pero es bueno cuando se está acostumbrado a ser tan racional). Libros como "Bésame mucho" de Carlos Gonzalez, otros cuantos de Laura Gutman, más cientos de mamás que leo en diferentes foros y blogs me ayudan a mantenerme firme en esta forma de amar/criar y no quebrarme frente a las potentes presiones externas que a veces intentan separarme de mi hijo.

La pelea contra el entorno es fuerte y siento que no terminará pronto. Sin embargo ver cómo mi hijo crece feliz y saludable me da fuerza para seguir contra viento y marea. Es por esto que pido disculpas por mi comportamiento anterior, ya que ahora, que si tengo a un hijo que duerme pegadito a mi pecho en su portabebés sé lo dificil que es ser una mamá que cria con apego y nadie, absolutamente nadie debería hacer su tarea aún más pesada, sembrando dudas o mirando feo.

Hoy mi Amaro está tan pegado a mi como él quiera, día y noche tiene el amor, el cuerpo y la leche de mamá a su disposición... y siento que es un bebé feliz por como ríe y crece, y yo me siento la mamá más feliz del mundo.

29 de junio Día mundial del sueño feliz... #desmontandoaestivill   NO AL DUERMETE NIÑO!!

¡¡Maternidad al desnudo!!


Y para reír un poquito, el lado B de la maternidad, escrito un 11 de junio...

No sé si lo saben, pero un bebé que es alimentado exclusivamente con leche materna, desde los dos meses pueden pasar hasta cinco días sin "vaciar su guatita". Esto debido a que la leche es tan nutritiva que deja poco para desechar, por lo tanto, los peques lo van acumulando hasta que un día, sin aviso alguno, ¡¡viene el destape!! y como dicen por ahí... ¡¡OMG!! Estamos hablando de que no queda más remedio que realizar un baño express y de emergencia, y hacer de tripas corazón para que el lindo osito que le habíamos puesto, o la bella tenida regalada por la abuelita vuelvan a verse -y oler- como antes del "dramático episodio".

Estoy segura que más de alguna mamá que lea esto se reirá y me encontrará toda la razón. Pero les pregunto a ellas y las que aún no tienen un hijo en brazos, ¿tenían o tienen total conciencia de que esas cosas pasan cuando tienes un bebé? Cuando se está embarazada te cuentan mil historias como esas, así como queriendote preparar para lo que viene -o meterte miedo, a veces queda la duda-, y en el mejor de los casos, si la futura mamá no tiene mayores rollos con los "desechos orgánicos" y ha mudado una que otra guagüita por ahí, pensará "ah! pero no debe ser tanto, total sólo toman leche". Bueno, yo era de esas... ¡¡hasta que me pasó!! recuerdo que René se reía al escucharme repetir en voz alta mientras hacía el trabajo sucio, "¡eres mi hijo y te amo más que a nada en la vida!" ¡¡es que de verdad no hago eso por nadie más!! Mientras tanto, mi Amaro, feliz riéndose.

Y es que así es la maternidad al desnudo. ¡Olvídense de las fotos publicitarias donde una mamá aparece tranquila, maquillada, peinada, con una linda tenida  y con el bebé en brazos! ¡son puras mentiras para que una caiga en el engaño! jajajaja, bromas. Pero de verdad, hay muchas cosas que nadie las cuenta, o que si lo hacen una simplemente no puede dimensionarlas.

Como amamantar, otro buen ejemplo. Cuando esperas la llegada de tu bebé tienes dos posibilidades: o te mueres de susto de amamantar por las terribles historias que te han contado de pezones sangrantes y mastitis infernales; o te informas sobre como hacerlo de manera correcta. En mi caso, opté por la segunda. Leí cuanto artículo pillé sobre lactancia materna, pregunté a todas las mujeres que conocía que habían tenido una buena experiencia... es decir, todo tendría que salir genial, sin embargo, ¡¡otra cosa es con guagua!!

En la clínica, con el Amaro en brazos, quedé con la cabeza en blanco, pues nadie me dijo "ah! pero los recién nacidos como que duermen no más y aún no están entusiamados con mamar" plop! Ahí estaba yo con mi gordo que al igual que su madre -antes de ser madre- era bueno para la pestaña. Recuerdo que haciamos de todo con René para despertarlo y él ni se inmutaba. Lo peor es que estaba la presión de que si no mamaba le meterían relleno (pues parece que nadie les dijo a los de la neo que a una madre estresada le complica un poco más amamantar... en fin).

Una vez en casa, Amaro ya estaba más despierto, pero otra gran sorpresa... ¡nadie dijo que los bebés pueden pasar hasta más de media hora tomando papa por lado! Puedo contarles que si ya había visto todos los capítulos de Friends antes del Amaro, ahora creo que los he visto unas tres veces cada uno. Me sé la programación entera de casi todos los canales. He leído como cuatro libros y por si no lo han notado, tengo tiempo para revisar y actualizar facebook. Ah! y claro, me sobran minutos para divagar en las profundidades del puerperio... y Amaro sigue llenado sus tripitas.

Si alguna futura mamá lee esta nota, le recomiendo "Un regalo para toda la vida" del pediatra español Carlos González. Lo mejor que he leído para prepararse y tener una lactancia exitosa.

Me imagino que muchas saben lo que es trasnochar. Yo suponía que también lo sabía, pues el bar La Playa era casi que mi segundo hogar... pero eso no es nada en comparación a lo que se duerme con un bebé pequeño. Aún recuerdo la cara de loco de René la primera mañana de Amaro en casa, ¡es que no dormimos nada! pues como buenos padre primerizos teníamos terror de que la guagüita dejara de respirar, entonces nos turnabamos para dormir. Una rutina que pudimos sostener con suerte una semana, luego, nos dimos cuenta que nada pasaría y nos entregamos a descansar al menos un par de horas.

Para que se hagan una idea, el primer mes Amaro tenia hambre cada 3 horas en promedio, día y noche. Tras lo cual había que sacar chanchitos, mudar y volverlo a acostar. Futuras madres un consejo: si su guagua duerme, usted DUERMA! es la única forma de sobrevivir sin volverse loca, olvidese de lavar loza, de atender visitas, de ducharse, sólo duerma. Hoy, a los 3 meses Amaro se duerme a las 21 y despierta entre las 2 y las 3 am... ¡¡vamos que algún día recuperaremos los 8 horas!!

Otra cosa que no se sabe es que la lavadora aumentará al doble su trabajo. Una cree que es fácil lavar la ropa del bebé, total es chiquitita. Pero no es así, las primeras semanas entre nuestra inexperiencia y sus múltiples idas al baño y devoluciones lácteas, al menos en un día hay que cambiales la muda una vez, y así vamos sumando ropa sucia y agotando piluchos y balerinas. Y no se trata de que queramos que la guagua ande pintosa, sino que los olores pasan la cuenta. 

¿Acostumbrada a darse duchas largas, aplicarse crema de peinar, depilarse? Bueno, esas y muchas cosas más con un bebé simplemente desaparecen, hasta que un dia casi que por accidente te tropiezas con un espejo y ¡oh! se hacer urgente dejarle a la guagüita al menos una media hora al papá para poder echarse, a esa altura, ¡una manito de tigre!

Y así podría seguir enumerando cosas que se descubren sólo cuando nace una madre. Parece terrible, ¿no? Sin embargo una está dispuesta a eso y mucho más. Y es que otra cosa que cuesta dimensionar es cuando te dicen que se ama al hijo más que nada en la vida. Eso sólo lo entiendes cuando lo tienes en los brazos, y seguramente las que son madres coincidirán conmigo cuando digo que basta una sonrisa de tu guagua y todo el sacrificio está compensado.